Una salud financiera empieza por controlar los niveles de liquidez, solvencia y rentabilidad.

Según fuentes del Banco de España, hasta 2019 las pymes incrementaron de forma continuada su productividad, así como su liquidez hasta la llegada del Covid-19.

Desde entonces, se han llevado a cabo una serie de políticas económicas para mitigar los riesgos de liquidez a corto plazo de las pymes. Y, poco a poco, parece que la situación está mejorando. Eso sí, debemos pensar en soluciones a largo plazo.

Pymes y autónomos tienen que hacer un buen seguimiento, tanto de liquidez, como de solvencia y rentabilidad para poder hacer frente a todo tipo de situaciones que puedan surgir y, en ningún caso, descuidarlos. Para realizar un control adecuado, es necesario conocer a qué hace referencia cada uno de los términos y tener muy claro la diferencia entre liquidez y solvencia. 

 

¿Qué es la liquidez financiera?

Es la cualidad que tienen los activos de convertirse en dinero. Responde a cambios del mercado, a pagos específicos, a operaciones actuales. Por tanto, se entiende por liquidez, el líquido de una empresa: 

  • Efectivo en caja y banco. 
  • Existencias de productos o materias primas. 
  • Prepagos y créditos concedidos a los clientes por la venta de productos o prestación de servicios. 
  • Activos fijos de la empresa, que no aportan dinero de forma inmediata. 

Una pérdida de liquidez para la empresa puede afectar a su solvencia. Y, asimismo, una bajada drástica de solvencia puede llevar a la bancarrota. Por eso, ante una crisis de liquidez, hay que actuar rápido para que no se convierta en un problema de solvencia. 

¿Qué es la solvencia financiera y cómo acreditarla? 

Es la capacidad de la empresa para hacer frente a sus pagos y deudas financieras, con la garantía de sus inversiones; sus activos.  Así, la solvencia incluye todo tipo de activos, incluidas sus deudas. 

La solvencia es la imagen financiera de la compañía y los fondos propios, dando una visión global de la estructura del capital global de la empresa y de su grado de apalancamiento. 

Para conseguir un buen nivel de solvencia, se debe tener muy presente lo siguiente: 

  • Mercado: el mercado es cambiante y debemos tenerlo muy en cuenta para atender a las nuevas necesidades, la ley de la oferta-demanda. 
  • Área financiera: tenemos que contar con suficiente financiación y evitar inversiones pesadas y/o fallidas. 
  • Área comercial: hay que evitar a toda costa cobros con retraso o impagos. 

 

Como el renting ayuda a la solvencia de las empresas

Cada vez son más las empresas que buscan el crecimiento a través de la innovación con implementaciones, transformaciones, internalizaciones y, todos dependen de lo mismo: de la capacidad de inversión de la empresa. Así, pymes y autónomos deben tener garantías financieras y transmitir confianza al mercado para hacer realidad estos posibles escenarios. 

El renting tecnológico es una excelente solución para mejorar los índices financieros. Una alternativa eficiente frente a inversiones pesadas, posibles cambios de negocio, nuevas oficinas, equipamiento para el teletrabajo, etc. 

Con el renting, tus activos son gastos fiscalmente deducibles, en lugar de deudas, y tus cuentas se mantienen saneadas. Además, evitas tener activos y equipamiento tecnológico innecesario y obsoleto sin necesidad de recurrir a una nueva compra/inversión. Una opción mucho más rentable que otras opciones de pago tradicionales. Con la compra en efectivo, perderás líquido y con el préstamos estarás más endeudado.

Consulta todas las ventajas del renting para pymes y autónomos. 

 

 

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